sábado, 7 de mayo de 2011

El Caballo en las guerras de frontera -Alfredo Ebelot

Eran notables los caballos de la sección Costa-Sur: cuidados con mucha solicitud dado lo que se les exigía, eran con todo más vigorosos que los de la frontera vecina, que galopaban mucho menos. Constituía un placer verlos regresar a la noche, o durante el día, a cada una de las alarmas simuladas o reales que tenían al soldado en estado de alerta. Pastoreaban en libertad, según las costumbres argentinas, pero siempre a la vista del fuerte. A pesar de la vigilancia más estricta, los caballos que pastorean están siempre muy expuestos. Los anales de las fronteras están colmados de invenciones originales y audaces de los indígenas para apropiárselos en las mismas narices de las tropas del gobierno. Por ejemplo, acostados a lo largo del flanco de caballos en pelo y sin rienda que obedecen a la voz, algunos indios vienen a apostarse a cierta distancia de los caballos del fuerte. Viendo pastorear a lo lejos caballos aparentemente sin jinete, aquéllos se dirigen inconscientemente hacia ellos, llevados por ese instinto de sociabilidad que posee este animal. Los indios guían entonces a sus montados de manera que toda la manada vaya alejándose insensiblemente de sus guardianes. Esperan con una paciencia infinita el momento propicio y repentinamente, seguros del golpe, se yerguen con grandes alaridos sobre el lomo de sus montados y arrean delante de ellos la caballada espantada, que en un abrir y cerrar de ojos está fuera de vista.(ver articulo completo en el link

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